Candado X

Batalla de los camiones; Enciclopedia Online

Se conoce como batalla de los camiones, batalla de Qatiya o la muerte de la caballería, al ataque que tuvo lugar entre el 26 de noviembre y el 4 de diciembre de 1917 en la península del Sinaí, entre las fuerzas de la Commonwealth por un lado y los Imperios Centrales por otro lado. La batalla que es conocida por ser la primera en la que las fuerzas motorizadas jugaron un papel fundamental, es considerada por muchos como la batalla más decisiva de la primera guerra mundial, marcando un antes y un después en las operaciones terrestres y navales en Europa, el norte de África y Oriente Medio.

Antecedentes

En 1917 los planes españoles ya estaban claros y marcaban que debían tomar o al menos inutilizar el canal de Suez con el fin de convertir el Mediterráneo en un lago de los Imperios Centrales, dejando aislada a Italia, que apenas podría recibir suministros para subsistir desde Francia. De esta forma, un duro enemigo que lastraba las operaciones de Austria-Hungría, sería derrotado de forma indirecta en Egipto y no en suelo europeo.

En aquella situación España envío un ejército expedicionario al Cáucaso, que sirvió para dar el golpe de gracia a la Rusia del gobierno provisional. Al mismo tiempo, parte de esa fuerza expedicionaria se dirigía a Palestina, dispuesta a hacer su parte, tomar el canal y con ello decidir la guerra.

El movimiento de esta fuerza quedó oculto en medio de la vorágine de acontecimientos que se vivieron en la zona desde la llegada de las fuerzas españolas. La toma del Cáucaso y de la península de Crimea y el sur de Ucrania, y con ello el control del petróleo azerbaiyano y la flota rusa parecían la razón más probable de la ofensiva española, y la presencia de unas pocas unidades en Palestina, pese a su destacada participación en la batalla de Beerseba, solo parecían un intento de apuntalar a su aliado otomano.

Sin embargo los planes españoles siempre se habían centrado en el canal de Suez, siendo el ataque a Rusia una mera forma de asegurar su retaguardia en vista a futuras operaciones. Una vez hecho esto, las fuerzas españolas empezaron a trasladarse hacia Palestina, seguidas de dos divisiones alemanas, sin embargo el comandante español en Beerseba, el coronel (habilitado) Juan Vigón Suero-Díaz no pensaba esperar a la llegada del grueso del ejército. Se había percatado de la debilidad de la posición británica en el interior del Sinaí y pensaba aprovechar la oportunidad que se le brindaba.

Pese a la evidente superioridad numérica y material de las fuerzas de la Entente, el coronel Vigón se dio cuenta de que estas se concentraban en la costa, entre El Arish y Abu Ulaylah, habiéndose desplegado a lo largo del río o uadi de “al Arish”. Un despliegue obligado porque al gran numero de tropas se le unía el hecho de contar con no menos de tres divisiones a caballo, lo que requería ingentes cantidades de agua, siendo precisamente la falta de agua la razón de la reciente retirada británica tras la batalla de Beerseba.

Por el contrario las fuerzas mandadas por el coronel Vigón eran enteramente motorizadas, contando con doscientos cuarenta y seis camiones pesados Hispano Suiza 30/40CV, ciento noventa y siete camiones ligeros Hispano Suiza 20/30CV, sesenta y siete automóviles Iberia, treinta y un tractores de artillería Elizalde, veintisiete ambulancias Elizalde, quince blindados UNL-15 y tres UNL-16.

Aquella columna con casi seiscientos vehículos a motor tenía casi tantos medios motorizados como todo el Ejército de Egipto Británico y a lo largo de la batalla aún sumaría más al seguir llegando vehículos a la zona. Con ellos llegaría a sumar novecientos vehículos a motor entre los que se encontraban los setecientos camiones que dieron nombre a la batalla.

Dichos medios confirieron a la columna Vigón, de menos de cinco mil hombres, una movilidad sin precedentes y sin penalizar el consumo de agua, habiéndose cifrado las necesidades de agua de la unidad en 25.000 litros al día, una centésima parte de la que precisaba el ejército británico. Por supuesto los automóviles conllevaban otros problemas como el consumo de combustible, pero un caballo requería entre 40 y 50 litros de agua al día, puede que incluso más en aquel clima, y tan solo podía llevar un jinete. Por el contrario un camión podía cargar con veinte soldados o incluso más con todo su equipo completo y suministros, y apenas consumía la mitad de combustible al día que agua un caballo.

Con todo ello en mente, Vigón quería desplazar a su columna con rapidez a través del Sinaí para colocarse a retaguardia de las fuerzas británicas y así cortar la tubería que les llevaba el agua para que, en una segunda fase, el ejército turco se lanzase al ataque sobre El Arish, destruyendo aquel ejército no por el combate sino por la sed.

Para lograrlo desde Beerseba existían tres rutas posibles para dirigirse por tierra hacia el canal de Suez. La primera y principal seguía la costa Mediterránea y a través de Al Arish, Bi´r al ´Abd, y Romani (actual Bi´r ar Rummanah) llegaba a Port Said o Qantara. Una ruta en la que los británicos habían construido una vía férrea que unía Qantara y Bir el Mazar, a solo unos kilómetros de El Arish, donde de hecho habían establecido un frente que se extendía decenas de kilómetros hasta las montañas Hellal, situadas al sur de allí, lo que desaconsejaba un ataque en aquella dirección pues supondría chocar con el grueso del ejército británico.

La segunda de las rutas discurría al sur de la primera y desde Kossaima se dirigía a Bir Hassana (Hasna), al sur del macizo de Kashm ar Rih, desde donde se habrían dos opciones ante ellos. La primera era la del norte o central, que discurría entre los macizos de Maghara y Yelleg. Una zona de arena suelta que dificultaba los movimientos y hacía desaparecer los caminos, pero que en principio sería más benevolente para los vehículos que la situada aún más al sur. Sin embargo aquella tenía el problema de estar demasiado cerca de las posiciones británicas, siendo muy probable que de tanto en tanto la patrullasen, lo que la hacía perder puntos.

La tercera de las rutas también partía desde Kossaima, pero al llegar a Bir Hassana se dirigía al sureste, cruzando entre Yelleg y Nekl, una población de cierta importancia al sur de allí cuya ruta había quedado descartada por partir de mucho más al sur de Beerseba. El terreno era montañoso y árido, cruzado de constantes barrancos o uadis, y aunque la abundancia de matorrales fijaba la arena, sería todo un reto para las suspensiones de los vehículos y sus neumáticos, siendo esta la ruta escogida por el coronel Vigón.

Fuerzas enfrentadas

Commonwealth; Edmund Allenby.

XX Cuerpo de Ejército; Tte. Gral. Philip Chetwode.

10ª división (Irlanda); J. R. Longley

53º división (Gales); S.F. Mott.

60º división (Londres); J.S.M Shea.

74ª división (Yeomanry); E.S. Girdwood.

XXI Cuerpo de Ejército; Tte. Gral. E.S. Bulfin.

52º división (Lowland); J. Hill.

54º división (East Angliand); S.W. Hare.

75º división; P.C. Palin.

Cuerpo de Ejército montado del desierto; Tte. Gral. H. Chauvel.

División montada ANZAC; E.W.C. Chaytor.

División montada australiana; Henry W. Hodgson.

División montada Yeomanry; George de Symons Barrow.

Cuerpo de Reserva

7ª brigada montada; J.T Wigan

Cuerpo de camellos imperial; C.L. Smith.

Imperios Centrales

7º Ejército turco; Mustafa Kemal Ataturk

III Cuerpo de ejército.

24º división.

27º división.

XV Cuerpo de Ejército.

19º división.

20º división.

Cuerpo asiático (Alemania).

30ª división de infantería española; Gral. Mariano Moreno R.

Fuerza de Maniobra

Columna Vigón (España); Col Juan Vigón Suero-Díaz.

Regimiento de infantería Tetuán; Col Vigón.

III Grupo de Exploradores (blindado); Cap. Julián Troncoso Sagredo.

XII Grupo de artillería motorizada; Tcol. J.I. Manzano.

2 Cia´s de Ingenieros; Cte. P. Rojo Lesaca.

Columna intendencia; Cte. A. Galarza Serrano.

Refuerzos

XII Batallón de zapadores motorizado; Tcol. José Ramón Mélica y Alinari.

Desarrollo

La columna Vigón partió de Beerseba el 26 de noviembre rumbo al sur, al desierto de Néguev, alcanzando las ruinas de la fortaleza de Avdat en la que habían montado un puesto avanzado y deposito a mediodía, tras recorrer casi cincuenta kilómetros. Tras un breve descanso en el que dejaron pasar las horas más calurosas del día y aprovecharon para revisar sus vehículos, se pusieron de nuevo en movimiento, pero ahora lo hicieron poniendo rumbo al oeste para dirigirse a Kossaima.

Durante unos kilómetros marcharon por un camino abierto los últimos días por los ingenieros españoles, pero no tardaron en dejarlo atrás. Ahora la columna española marchaba por fuera de los caminos habituales lo que redujo su velocidad considerablemente y provocó no pocas averías, obligando a los vehículos taller del ejército a un esfuerzo constante con el fin de mantener la columna en marcha. No sería hasta la tarde del día 27 cuando llegaron a Kossaima, ocupando la ciudad sin problemas. Vigón había logrado realizar la primera fase sin percances y estaba preparado para lanzarse al ataque.

Tras enviar varias palomas mensajeras hacia Beerseba informando del hecho y solicitando que se enviase una fuerza a ocupar Kossaima, el día 28 se lanzó hacia su siguiente etapa, Bir el Hassana, a unos ochenta kilómetros de Kossaima. Por suerte ahora volvían a discurrir por caminos, si es que aquellas sendas merecían tal nombre, y al caer la noche la columna española arribaba a la población egipcia. La columna española estaba flanqueando a los británicos pero estos aun no lo sabían.

El día 29 unas horas de lluvia retrasaron brevemente a la columna y, pese a ello, no fueron capaces de poner a punto varios de los camiones, por lo que Vigón decidió partir dejando tras de sí dos secciones de infantería y una de ingenieros con ordenes de mantener aquella población, así como mejorar sus caminos. Tras informar de aquel hecho por medio de las sempiternas palomas mensajeras, la columna Vigón partió de nuevo rumbo al suroeste para bordear el macizo de Yelles por el sur, llegando al paso de Gidi el día 1 de diciembre.

La columna Vigón estaba a punto de alcanzar el canal de Suez, sin embargo una única columna de poco iba a servir allí, así que tras revisar por enésima vez sus vehículos, Vigón se preparó para dar el ultimo salto. Había llegado la hora de dirigirse al norte, rumbo al oasis de Qatiya, por donde discurría el nuevo ferrocarril británico. No sin antes dejar una compañía de infantería y dos UNL-15 para asegurar el paso de Gidi.

Por desgracia ahora marchaba por campo abierto y con ello su suerte estaba a punto de acabar y no tardó en ser descubierto por un avión que, extrañado por las nubes de polvo que se divisaban de lejos, se acercó a inspeccionar su origen, descubriéndolos. Al carecer de TSH el piloto, el teniente J. McCarthy, se dirigió directamente al cercano oasis de Qatiya, tomando tierra violentamente en un accidente que resultó mortal para él. Por fortuna el mensaje entregado por su observador logró alertar a la guarnición británica, que se preparó a tiempo para rechazar el ataque de la columna española.

Aquel ataque ocasionó el caos en el dispositivo británico y el general Allenby envió apresuradamente a su cuerpo montado para apoyar a los defensores de Qatiya, siendo la primera unidad en llegar la 7ª brigada montada que formaba parte de la reserva general. La llegada de dichos refuerzos hizo desistir a Vigón de tomar el oasis, decidiendo trasladar su ataque hacia Romani, al oeste de allí. tras de sí dejaron dos convoyes ferroviarios en llamas.

La caída de la noche dio un respiro a los defensores de Romani, que pudieron ser reforzados por la 7ª brigada de caballería. Aunque el coronel Vigón lo desconocía, su ataque ya había logrado su primer éxito al destruir su artillería las tuberías que abastecían de agua las posiciones de El Arish. Debido a ello el general Allenby autorizó el repliegue de su ejército.

Al día siguiente los combates se reanudarían, pero la llegada del cuerpo montado del desierto hizo desistir a Vigón nuevamente, retirándose al sur en dirección a pleno desierto, dejando atrás a la caballería británica. Agotados por los combates y con escasez de municiones, Vigón aprovechó la noche para repostar sus vehículos, un proceso lento y engorroso por el tamaño de los bidones de combustible y regresar hacia el este.

Al día siguiente realzaría un último intento de romper la línea enemiga y cercar al ejército británico en Bir el Abd. Por desgracia, debido a la escasez de municiones aquel ataque fue el más ligero de los realizados hasta el momento y a mediodía del día cuatro el coronel Vigón, convencido de que el cerco ya era imposible, ordenó la retirada y regresó al paso de Gidi. Durante el ataque había perdido cuatrocientos sesenta y un hombres, incluyendo ochenta y tres fallecidos, y cuarenta y seis vehículos, incluyendo siete blindados. Las bajas británicas fueron dos mil ciento treinta y seis hombres, incluyendo doscientos noventa y siete fallecidos.

Consecuencias

Aunque habían logrado evitar el cerco, privado de agua y atacado desde el frente por los turcos, las fuerzas británicas abandonaron el Sinaí marchando hacia Kantara y Port Said, cediendo la península del Sinaí a los Imperios Centrales. Durante los días siguientes más de sesenta mil caballos tuvieron que ser sacrificados debido al sobreesfuerzo que se les exigió durante una batalla en la que acabaron desjarretados. La propia infantería británica, obligada a marchar durante casi cuatro días bajo un sol abrasador y con escasez de agua, sufriría las consecuencias cuando durante los días siguientes la disentería y otras enfermedades hicieron mella en ellos y más de cincuenta mil hombres debieron ser hospitalizados y ocho mil ciento treinta y nueve evacuados hacia Francia.

El 14 de diciembre el Levanten Korps desplegó dos cañones pesados en…

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