Y suelta los perros de la guerra VII


Fábrica de La Penilla, La Lechera, Cantabria, 23 de septiembre de 1914

El estallido de la guerra tuvo efectos visibles en los mercados, especialmente en aquellos mercados locales que ya no iban a ser capaces de absorber la producción como antes hacían por mera falta de bocas que alimentar. Todo ello mientras los soldados desplegados en el frente precisarían alimentos que los mercados locales no podrían suministrar porque con el tiempo requerido para su envío se malograrían dichos productos. Eso en el caso de la leche, que tan solo duraba en buen estado unas veinticuatro horas tras ser ordeñada, significaba malograr toda la producción o destinarla a la alimentación de los cerdos a menos que se encontrase una forma de mantener su calidad, propiedades y salubridad el tiempo suficiente como para que llegasen hasta los frentes a cientos de kilómetros de los lugares de producción. Unas facetas para las que principio solo existía la alternativa del queso, pero esta era una alternativa a medio plazo, un queso precisaba de un tiempo de cuaje y maduración que dependía del tipo de queso y en algunos casos era de varios meses. Demasiado tiempo para un ejército hambriento.

Afortunadamente desde hacía unos años, casi medio siglo en los Estados Unidos pero apenas unas décadas en Europa, existía otra solución, la leche condensada. Una leche que en España solo producía “La Lechera” en su factoría de La Penilla, al sur de Santander. Aunque tenía nombre español, la marca “La Lechera” era propiedad del grupo francés Nestlé, que diez años atrás montó esta fábrica en la que desde 1910 se fabricaba leche condensada, motivo por el que el ejército estaba interesado en ella.

Con la guerra en marcha y la movilización de cientos de miles de hombres para acudir al frente, los viejos mercados y rutas de suministro habían saltado por los aires. La producción lechera desde Galicia hasta el pirineo catalán e incluso algunas zonas de Castilla y Madrid, no iba a encontrar salida. En la zona de Cantabria existía la citada “La Lechera”, pero no había forma de transportar la leche desde los lugares más alejados hasta ella sin que se malograse antes de llegar, pues la pasterización aún no se había extendido más allá de la escala industrial en España y la mayor parte de los ganaderos seguían siendo trabajadores autónomos. Siendo así que no había más remedio que promover la expansión de la fábrica, que tendría que abrir nuevas factorías en diversos lugares, tanto en Galicia como en Asturias, Lérida o Madrid.

Para ello contaría con el apoyo del gobierno y esperaban que los actuales trabajadores de la fábrica, ahora nacionalizada, pudiesen asumir la tarea de dirigir y enseñar el oficio a las nuevas fábricas de esta. Para ello recibirían un ascenso y un aumento salarial acorde a este y al traslado de residencia que acarrearía.

La Habana, Cuba, 23 de septiembre

—Buenos días, almirante Díaz y Moreu. —saludo el Tte. general Luis Almesán Casals, a la Sazón capitán general de Cuba. El general Casals era un veterano de la guerra del 98, en la que había participado decisivamente en la toma del fuerte Monroe. Oficial laureado, había alcanzado el generalato por su decidida actuación contra los moros de Filipinas nueve años atrás. Ahora, como comandante de Cuba, se enfrentaba a la labor de defender la perla de las Antillas ante los seguros embates de la mayor flota del planeta. —Almirante, supongo que ya conoce al resto de los presentes. Además, tenemos con nosotros al señor Hipólito Valiente, jefe del SIM en la isla. —explicó mientras presentaba al resto de los contertulios. —Ahora, caballeros, permítanme un resumen de nuestra situación. Estimado de la Llave, por favor, proceda. —dijo dirigiéndose a su jefe de Estado Mayor.

—Sí, mi general. Caballeros, la situación actual de las fuerzas de la isla es la siguiente. Al estallar la guerra contábamos con 48.000 hombres divididos en tres divisiones y ocho batallones de guerrilleros, a los que se suman las fuerzas del orden público, unos 4.500 guardias civiles y carabineros.

Nuestras fuerzas principales están estacionadas en Guantánamo y La Habana, donde hay emplazadas sendas brigadas de guarnición, unos 4.500 hombres en cada base, incluyendo la artillería de costa, aunque es justo señalar que las tropas de la brigada de Guantánamo tienen un grupo de artillería encargado de manejar las piezas de Santiago de Cuba.

Las divisiones están divididas en dos brigadas más apoyos. Una brigada está emplazada en Holguín, otra en Matanzas y las otras dos en Pinar del Río y La Habana. En cuanto a los batallones de guerrilleros, están dispuestos a lo largo y ancho del territorio, al igual que ocurre con las fuerzas del orden público. También es de reseñar que la marina cuenta con unos mil hombres de personal de tierra, divididos entre La Habana y Guantánamo.

—Gracias, de la Llave. Ahora veamos cuales son las actuales amenazas. Don Hipólito, su turno, por favor.

—Gracias, mi general, con su venia. Tras la guerra del 98 el SIM vino realizando un amplio seguimiento tanto de los norteamericanos y cubanos como de cuantas amenazas surgiesen para España. En vista de los informes de los últimos tres lustros, podemos afirmar que en estos momentos un movimiento norteamericano sobre Cuba es altamente improbable, por no decir imposible. Tras la derrota del 99 su gobierno se dividió en dos tendencias muy claras, una republicana con ansias de venganza y otra demócrata más contemporizadora y cansada o tal vez debería decir asustada de las ansias imperialistas de su propia nación. Afortunadamente para nosotros en estos momentos el inquilino de la Casa Blanca es demócrata, por lo que tenemos cierto grado de certeza a que no veremos nuevos intentos por parte norteamericana durante algún tiempo.

Otra cosa muy distinta ocurre con la junta cubana. Aunque quedaron muy debilitados tras la muerte de sus próceres en la anterior guerra, parecen estar recomponiendo sus filas con cierta facilidad. Desgraciadamente podemos afirmar que la JRC está haciendo planes para un nuevo levantamiento y aunque ha encontrado las puertas cerradas en los EEUU, han enviado un delegado a Londres para conseguir la ayuda británica para su independencia.

Antes de continuar permítanme una precisión. He dicho que han encontrado las puertas cerradas en los EEUU, con ello me refiero a las puertas de la ayuda política o militar, no así a la económica, donde parecen haber encontrado una acogida bastante buena entre la población civil. Según creemos lo suficientemente buena como para recaudar nueve millones de dólares en el último mes. Un dinero con el que trataran de comprar armas tanto en los EEUU como en otros países de la zona. Esto se debe que el gobierno de los EEUU está alentando a que realicen sus negocios en el exterior, con el fin de evitar roces diplomáticos innecesarios con nosotros.

En cuanto a los países de la Entente, es evidente que estamos en el punto de mira de todos ellos, pero afortunadamente tienen problemas más acuciantes que requieren su atención. 

—Gracias, Don Hipólito. —dijo Casals, mientras el señor Valiente se sentaba de nuevo. —General Castaños, su turno, por favor.

—Sí, mi general. Caballeros, tras el estallido de la guerra me fue encargada la tarea de iniciar el reclutamiento de voluntarios y llamar a filas a los reservistas disponibles. En estos momentos podemos afirmar que contaremos con cerca de 85.000 reservistas y voluntarios que sumar a nuestras fuerzas, veinte mil más que la última guerra y si no han sido más, es porque nos hemos quedado sin armas para ellos. Hablando de armas, todos ellos están armados con los fusiles máuser de la última guerra. Con todo es de lamentar una acuciante falta en artillería moderna, pues a excepción de los grupos de artillería de las dos divisiones, el resto de las piezas son viejas armas fabricadas en los 80 y 90 del pasado siglo. Con todo esperamos reclutar otras tres divisiones durante los próximos meses y si logramos más armas la cantidad aumentará.

El suministro de munición es muy bueno y la capacidad de la fábrica de la Habana es de 150.000 cartuchos máuser al día, con lo cual no estaremos desabastecidos en un tiempo, al menos mientras no nos falten materias primas y para eso aún faltan de siete meses a un año, por supuesto durante ese tiempo trataremos de encontrar más materias primas.

—Muchas gracias, general Castaños. Almirante, ¿puede adelantarnos cuales son las intenciones y fuerzas de la marina?

—Mi general, en estos momentos como sin duda sabe disponemos de cuatro cruceros protegidos bastante modernos y bien armados que han sido enviados a realizar el corso. El resto de las fuerzas de este apostadero son tres contratorpederos, seis submarinos clase C, un crucero auxiliar minador y varios cañoneros supervivientes a la guerra del 98, empleados ahora como fuerza de guarda y finanzas. Estos últimos buques son los que ahora mismo están siendo empleados profusamente para sembrar campos de minas a lo largo y ancho de nuestras costas, con el fin de imposibilitar cualquier nueva invasión.

También quiero añadir que, en la comandancia de Puerto Rico, también dependiente de este apostadero, hay otros dos cañoneros realizando tareas similares. Por último, quiero comentar que la situación general de nuestras unidades es bastante buena. El dique flotante de la Habana nos permite reparar buques de hasta 10.000 t y el mantenimiento realizado a nuestras fuerzas ha sido excelente hasta ahora. Además, este año las tormentas tropicales y huracanes han brillado por su ausencia. Gracias a ello y a los depósitos de carbón y combustible diésel de La Habana con 25.000 y 3.000 t respectivamente, Guantánamo, con 16.000, y 850 t, y Puerto Rico, 9.000 y 400 t, a las que se suman cerca de 60.000 toneladas de carbón y 5.000 de petróleo de procedencia civil en diferentes depósitos, podremos mantener las operaciones de forma constante durante un tiempo.

—Magnifico, almirante Díaz, muchas gracias, no esperaba menos de alguien de su talla. Ahora si me permiten y con vistas a iniciar el desarrollo de nuestra defensa, unas pocas apreciaciones. En primer lugar, hay que aceptar que estamos aislados. El mar a nuestro alrededor está bajo control británico y tan solo podemos esperar la ayuda que nosotros mismos seamos capaces de aportar. Desde España han enviado algo de ayuda tratando de aprovechar los momentos iniciales de desconcierto enemigo, pero si ese envío llega, podría muy bien ser, como suele decirse; el primero y el último.

De momento estamos organizando otras tres divisiones, por desgracia dos tercios de la artillería de esas divisiones serán piezas obsoletas y estarán cortas de ametralladoras, pero poco puede hacerse. Con seis divisiones crearemos tres cuerpos de ejército de a dos divisiones, uno en el centro y otro en cada extremo de la isla como fuerzas de reacción rápida. De momento la misión de esas fuerzas será fortificar las playas y mejorar los caminos para movilizarse en caso de invasión con más rapidez.

Con el resto de las unidades de voluntarios se reforzarán las brigadas de guarnición con tres batallones más y se crearán otros diez batallones de guerrilleros. Las brigadas de fortaleza de La Habana y Guantánamo iniciaran la fortificación de los accesos terrestres. Trincheras, blocaos, posiciones de artillería, alambradas, obstáculos y destrucciones, en fin, todo lo necesario para presentar una última resistencia si debemos retirarnos a ellas. Precisamente con eso en mente, iniciaremos el acopio de suministros en dichos lugares.

Ahora, la disposición para la guerra. Los mejores lugares para el desembarco están situados en las playas, principalmente en las que poseen un puerto cercano que sirva para una vez tomado, desembarcar los suministros necesarios para sostener las operaciones. Almirante Díaz, su turno de nuevo, por favor.

Gracias, general. Caballeros, la marina está procediendo a tender campos de minas en lo que consideramos aguas interiores. El golfo de Batabanó, la zona de cayos comprendida entre Trinidad y Manzanillo con los cayos de Ana María, Cinco Balas, Media Luna, etc. en la costa sur, procediendo de similar manera en la norte, entre Cárdenas y Nuevitas. En total 1.200km de costa serán protegidos mediante el tendido de campos de minas. Bien es cierto que, debido a la escasez de estos artefactos, nos concentraremos en los lugares más probables. También utilizaremos torpederos y destructores, principalmente en la costa sur, la que más posibilidades ofrece en este sentido. Con ello esperamos reducir de forma apreciable la extensión de costa susceptible de ser objetivo de la invasión.

Gracias, almirante Díaz. Caballeros, no les voy a mentir, con la actual situación en Europa estamos prácticamente aislados. Esperamos la llegada de la 1ª Escuadra con un envío de suministros; artillería, armas de infantería, municiones y torpedos fijos. Deberían llegar en unos días, un primer envío de suministros, desconocemos si habrá más.

Con eso en cuenta me temo que en esta ocasión no podemos permitirnos el desembarco enemigo, así que quiero un control máximo de las playas de la isla. Sé que son muchas, de hecho, demasiadas, pero no podemos permitirnos el mínimo error. Las zonas de los cayos, ya que estos proporcionan un obstáculo adicional al desembarco, serán defendidas por las unidades de guerrilleros. El resto de las playas serán responsabilidad de nuestras divisiones de línea.

Quiero que fortifiquen todas y cada una de las playas de sus sectores, de la Llave les indicara cuales son en breve. Caven trincheras, tiendan alambradas y cuando se agoten, claven estacas, pongan obstáculos frente a ellas. Si es necesario utilicen trabajadores contratados y maquinaria de las plantaciones para ayudarse, requisen alambradas y cemento para reforzar las posiciones, todo cuanto sea necesario para una mejor defensa.

Las zonas de responsabilidad son muy extensas, así que dejen una guarnición mínima en cada playa, con una reserva dispuesta a acudir al lugar requerido a la primera señal de desembarco, si logramos retenerlos al menos unas horas, debería bastarnos para poner en liza el resto de las reservas por medio del ferrocarril. Esperemos contar con la ayuda de los dirigibles y aeroplanos y de los informes del SIM para ganar ese preciado tiempo.

—Una guarnición mínima. Si la escuadra enemiga bombardea las playas antes del desembarco pueden destruirla. —intervino Castaños.

En ese caso que esa guarnición cabe más y más mientras pueda, entiérrense lo suficiente como para resistir los cañones de 152mm de sus buques y luego, si el ataque aún no se ha producido, continúen hasta estar protegidos de los cañones de 305 de sus acorazados e incluso los de 381 de sus cruceros de batalla de ser necesario, recuerden la vieja máxima que el sudor ahorra sangre. Tenemos un poco de tiempo, aprovechémoslo.

También podríamos crear blancos falsos acumulando sacos terreros y rocas en algunas zonas elegidas, eso hará que desperdicien municiones. —propuso de la Llave.

Pues háganlo, el mando táctico en las playas es suyo, tengan iniciativa y aprovéchenlo mientras puedan. —respondió Casals. —Continuemos, no podemos obviar el peligro que suponen los sediciosos cubanos. No debemos permitir que nos ocurra como a principios de la guerra del 96, cuando robaron 10.000 caballos por falta de vigilancia. Esos animales son vitales para movernos con rapidez, de la Llave, quiero que controle y preste la máxima atención a la cría caballar, a los depósitos de combustible, armas, municiones, alimentos y materiales estratégicos. Además, prepare reservas estratégicas de alimentos, así que empiece a hacer acopio de alimentos no perecederos. Arroz, patatas, grano, legumbres y conservas, lo típico. Añadiremos a esos depósitos, materiales críticos como algodón y nitratos para pólvora, carbón para la escuadra, plomo y latón para municiones y materiales para explosivos. Ocúpense también de que los hacendados dediquen parte de sus siembras a alimentos de primera necesidad, debemos prepararnos para resistir un bloqueo.

Almirante Díaz, en consonancia con lo anterior, solicitaría que su escuadra enviase hacia esta isla cualquier buque que capturasen con mercancías de dichos grupos. Sin conexión con la península y con los británicos dominando estas aguas, el desabastecimiento es cuestión de tiempo. Don Hipólito, nada de lo anterior servirá si no somos advertidos con tiempo de los ataques enemigos. Contamos con usted y sus hombres para ello.

Diario del capitán de infantería, Juan Valls y Fuster

Esta mañana he llegado a Puigcerdà. Mi trabajo con el comandante Riquelme y el coronel Nieto en Figueras, ha terminado. La verdad, prefiero la acción a traducir toda la documentación obtenida. Me gustó la oportunidad de conversar en francés con los jefes y oficiales franceses capturados e interrogados. Hay de todo, verdaderos caballeros, como Dantés; y verdaderos delincuentes por muy generales que sean, como Villefort.

He podido ver a los hombres que formarán la brigada a la que he sido destinado. Hombres mayores, que aún no han sido llamados a filas, pero que se han presentado voluntarios. Son los tres batallones de Barcelona y el de Manresa, más que una unidad militar parece una cofradía religiosa; Crist de Lepant, Santa Eulàlia, Mare de Déu de la Merçè, y Mare de Déu de Montserrat.

La Mancomunidad los ha uniformado como al somatén y la policía que le es propia, los Mossos d’Esquadra, ya que muchos forman parte de aquél, aunque lo común es que aparezcan con ropas civiles y su propia arma. La verdad es que con los rifles capturados en Francia y las armas de los depósitos, se ha podido armarlos de forma coherente. Por ello, uno de los batallones será disuelto y pasará a completar los otros batallones y a tareas auxiliares.

La Mancomunidad ha pedido que la brigada sea comandada por un jefe catalán, Francisco Macià y Llusà, un antiguo coronel que abandonó el Ejército en 1907 a raíz del asunto del asalto a la Liga Regionalista. El General del Villar ha dado su visto bueno, contar con un militar con experiencia al mando de una milicia provincial será una ventaja en el momento de hacer cumplir las órdenes. Muchos de los mandos son los propios del somatén, así que el General ha puesto a cuantos oficiales catalanes que no estuvieran en unidades de combate al lado de los mandos voluntarios. Del Villar ha sido Capitán General de Catalunya, y a buen seguro no querrá fricciones con los políticos locales. Ya ha tenido bastante con la visita del Diputado por Barcelona Alejandro Lerroux, republicano y francófilo militante.

Nuestras ordenes son claras, avanzaremos sobre Foix, pero rehuyendo cualquier combate, todo el ardor guerrero de los voluntarios no sustituye a la falta de instrucción, aunque haya veteranos de Cuba, Cabo Cod y de la Guerra de Melilla. Incluso hay antiguos miembros de los voluntarios de La Habana.

Muestran orgullosos sus distintivos del Somatén y sus banderas. Cuando el general del Villar se presentó de forma inesperada en la plaza de la iglesia donde estaban reunidas las banderas para una ceremonia de bendición, los voluntarios se volvieron como locos. No paraban de lanzar vivas al Rey, España y al general del Villar, en lugar del reglamentario saludo militar, los hombres se descubrían y agitaban sus sombreros, gorras, todos se abalanzaban buscando estrechar la mano del general, era una auténtica demostración de adhesión que jamás había vivido, pero sin atisbo de disciplina militar.

El general simplemente les recordó que ellos eran los herederos de los doscientos valientes catalanes que embarcaron en la Escuadra de Churruca, Gravina y Alcalá Galiano, de Isidre Lluçà, el timbaler del Bruc y que todavía vivían muchos de los voluntarios que lucharon en Tetuán. A primera hora de la mañana nos pusimos en movimiento, cruzando la frontera, y siguiendo la línea férrea Tour de Querol-Tolosa. Avanzamos de forma lenta, llegando a Ax, o Acs, una población de poco más de 1600 habitantes, a la que la guerra no había llegado a la población hasta aquel momento, solo los hombres en edad militar habían sido reclutados. Desde el inicio de nuestras acciones en Francia, poco más que alguna patrulla de nuestra caballería llegaría hasta esta población.

Unos ancianos pretendieron ofrecer cierta resistencia, armados con escopetas de caza, pero fueron reducidos sin necesidad de hacer fuego, aunque algunos hombres ardían en deseos de disparar, algunos incluso pretendían aprovechar para entrar en Andorra, con la excusa de que el presidente francés es el Co Príncipe. El coronel Macià logró atemperar los ánimos.

Hemos montado el campamento, por llamarlo de algún modo, es una montonera de tiendas de campaña. La sanidad militar ya ha tenido que evacuar a las primeras bajas… no por la acción del enemigo, sino por el cansancio, el desfallecimiento y los pies destrozados. Creo que deberemos aminorar la marcha o de lo contrario no llegaremos a Foix. Treinta kilómetros diarios son muchos para estos hombres, sobre todo porque nuestra tarea a quedado reducida a actuar como una fuerza de ocupación y hay pocas posibilidades de ver acción.

Algunos de los oficiales profesionales intentan convencer al coronel de la necesidad de tomar un día de descanso, en el que poder realizar cierta instrucción. Se niega. Los agotados quedarán como tropa de ocupación. La verdad, hay poco que ocupar. Uno de los hombres del coronel Santiesteban, que conocí en Figueras, nos acompaña y solo muestra interés por la vía férrea. Algo me dice que la verdadera intención del Mando es destrozarla. Leí algunos mensajes en Figueras en este sentido.

Mañana pretende llegar a Tarascón, a unos 24 kilómetros. Me daría con un canto en los dientes si alcanzamos Cabanes, a menos de 14 kilómetros. En fin, mañana será otro día.

Línea Arolas; Enciclopedia Online

Se conoce como línea Arolas, por el general Arolas, encargado de llevar a cabo sus obras, a la línea defensiva de los pirineos construida entre 1900 y 1910. La línea Arolas, denominada oficialmente línea P, sería complementada con nuevas construcciones del conocido como Plan XYZ entre 1914 y 1916 con motivo de la Gran Guerra.

Antecedentes

Fortificar la frontera francesa fue una aspiración española desde antiguo. Ya en tiempos de Felipe II se dedicaron grandes recursos a la construcción de fortificaciones en los principales caminos de unión con Francia. En la segunda mitad del siglo XIX se decidió mejorar las anticuadas defensas, aprobándose la construcción del “Campo Atrincherado de Oyarzun” en las vascongadas. Este campo compuesto de ocho fuertes, posteriormente elevado a diez, debía impedir la invasión por la zona comprendida entre el cantábrico y los pirineos, sin embargo sus obras se suspenderían en 1882 al considerarse que los fuertes de mampostería eran inútiles ante las armas modernas.

La aparición del hormigón armado cambió eso. El hormigón armado ofrecía una gran resistencia y flexibilidad que le permitía absorber o incluso rechazar los proyectiles de artillería con mucha facilidad y, como había fondos procedentes de las compensaciones por la guerra del 98, se decidió cumplir con la vieja aspiración de construir nuevas defensas en los pirineos. El plan, ahora denominado Plan P, por pirineos, fue puesto en manos del general Arolas, quien supervisó el trabajo desde entonces.

La línea P

Los fuertes, de planta hexagonal irregular, se construyeron en montañas y zonas desde las que se dominaba el espacio circundante. Los fuertes estaban semienterrados para escapar del fuego de artillería enemigo. Concebidos como grandes bases de artillería que debían apoyar la maniobra del ejército a sus pies, disponían de grandes muros de hormigón armado que, en ocasiones, llegaban a los diez metros de espesor. Cada fuerte disponía de al menos tres plataformas de artillería orientadas al norte y otras dos al sur, aunque estas no estaban equipadas con armas. Ya bajo tierra había alojamientos para la guarnición del fuerte, cocinas, comedores, almacenes, polvorines e incluso dispensario médico.

En el exterior el fuerte contaba con fuertes muros repletos de aspilleras, desde donde los soldados podían hacer fuego desde posiciones resguardadas. Dos torres de observación de acero blindado, equipadas con telémetros, servían para marcar los objetivos de la artillería del fuerte. Una artillería formada principalmente por piezas navales recuperadas de los buques de la escuadra desactivados o procedentes de sobrantes de la modernización de la escuadra de 1906, así como cierto número de piezas de costa y sitio.

Los fuertes

En caso de una guerra con Francia estos fuertes serían el eje de la defensa de los pirineos. Para ello se construyeron dieciocho fuertes que, en caso de conflicto debían albergar ochenta mil soldados, apoyando desde ellos la maniobra del resto del ejército. Los fuertes, estaban repartidos entre el Cantábrico y el Mediterráneo y había planes para modernizar los tres construidos en el siglo XIX, así como construir otros tres en el sector llamado aragonés, para cubrir las rutas de Puigcerdá, Bielsa y Roncesvalles, pero estas obras no llegaron a llevarse a cabo.

Para armarlos se recurrió a la artillería norteamericana capturada en el 98, tanto en las baterías de costa asaltadas en las diferentes campañas como a las procedentes los buques norteamericanos capturados, entregados como compensación tras la guerra o recuperados tras su hundimiento, como en el caso del acorazado Texas, hundido en Guantánamo, el Monitor Terror en Santiago de Cuba o los cruceros Marblehead y Raleigh entre otros muchos. Junto a esta artillería también la procedente de artillería de costa considerada obsoleta para dicha función, jugaría un importante papel.

Sector vascongado, diez fuertes del campo atrincherado de Oyarzun:

Fuerte de Nuestra Señora de Guadalupe, Fuenterrabía; equipado con tres cañones de 305mm modelo 1895 en el frente de mar y ocho cañones Ordoñez de 150mm en el frente de tierra.

Fuerte de San Marcial, Irún; equipado con cinco cañones Ordoñez de 150mm.

Fuerte de Erlaiz; equipado con seis cañones de 127mm L40 y seis obuses Ordoñez de 305mm mod 1892.

Fuerte de San Enrique; equipado con dos cañones de 305mm M1895 y tres 152/45 Mod 1897.

Fuerte de Arkale; equipado con seis cañones de 127mm L40 y seis obuses Ordoñez de 305mm mod 1892.

Fuerte de Belitz; equipado con diecinueve obuses de 305/35mm M1886.

Fuerte de San Marcos, Rentería; equipado con once cañones Ordoñez de 150mm.

Fuerte de Txoritokieta, Rentería; equipado con seis cañones Hontoria de 120mm y dos cañones Verde-Montenegro de 150mm.

Fuerte de Bera; equipado con seis cañones de 127mm L40.

Fuerte de Gorosurreta; equipado con cuatro cañones de 127mm L40y dos 127mm L45 M-1897.

Sector aragonés; dos fuertes aislados en las rutas de Canfranc y Vielha.

Fuerte de Canfranc; equipado con seis cañones de 127mm L40.

Fuerte de Vielha; equipado con seis cañones de 127mm L40.

Sector Catalán; nueve fuertes que rodeaban Figueras cubriendo el acceso principal desde Francia.

Fuerte de San Pedro de Rodes, cabo de Creus; equipado con dos cañones de 305mm modelo 1895.

Fuerte de Montjoi, cabo de Creus; dos cañones de 305mm modelo 1895.

Fuerte de Port Bou; equipado con quince morteros de 305/10 mm y seis obuses Ordoñez de 305mm mod 1892.

Fuerte de Requesens; equipado con once cañones Ordoñez de 150mm y seis obuses Ordoñez de 305mm mod 1892.

Fuerte de San Jorge; equipado con seis cañones de 127mm L40 y seis obuses Ordoñez de 305mm mod 1892.

Fuerte de Massanet; equipado con quince morteros de 305/10 mm.

Fuerte de Tapis; equipado con seis cañones de 127mm L40.

Fuerte de Pincaró; equipado con once cañones Ordoñez de 150mm.

Fuerte de Rocabruna; equipado con once cañones Ordoñez de 150mm.

La línea XYZ

Tras la entrada de España en la Gran Guerra, y tras realizar la operación Netón, que sirvió para llevar el frente de batalla a la línea Garona-Midi, los ejércitos españoles ganaron un tiempo precioso que les permitió acometer la mejora de la línea defensiva de los Pirineos o línea P. Para ello se contrataron ochenta y dos mil obreros de la construcción, más de trescientos electricistas, doscientos cuarenta y seis fontaneros, y cuatrocientos ochenta ingenieros.

Durante el año siguiente aquellos hombres, ayudados por hasta ciento cuarenta y seis mil soldados, construyeron siete mil doscientos ochenta y un búnkeres de hormigón armado que incluían refugios de gran resistencia excavados hasta doce metros bajo tierra. Estos búnkeres fueron reforzados por trincheras, grandes extensiones de alambradas y campos de minas a lo largo de todo el frente, con una profundidad que, en algunos lugares, llegaba hasta los veinte kilómetros…

Palacio de los Reyes de Mallorca, Perpiñán, cena del 25 de septiembre de 1914

Caballeros, les he reunido para comentarles las futuras acciones a realizar, en tanto que o bien el General Ochando nos visite o bien nos indique que resuelve. Por el momento, deben detener la construcción de posiciones fuertes en la línea San Quintín. Mejorarán las trincheras y los caminos protegidos y solo se empleará elementos de carácter duradero en las posiciones de la artillería de campaña, no así en la ligera, 105 mm para arriba. ¿Entendido?

—Si general del Villar, pero los franceses se preguntarán el porqué del cambio de actitud….

—Creo, general primo de Rivera, que es usted quien se hace la pregunta. Todo hace pensar que nos retiraremos a una línea fortificada en la frontera.

—Entonces, general ¿Qué hacemos mientras tanto? Ya nos prohibió bombardear los puentes.

—Continúen incordiando las líneas de abastecimiento francesas. Recuerden que no podemos malgastar municiones en los puentes, al menos de momento. Además, al parecer el General Ochando estima que los mandos destinados a nuestro sector por parte de los franceses carecerán de imaginación. Los mejores estarán en Flandes y usarán las vías intactas. Me sumo a este parecer, ya sea por falta de imaginación o medios, cuando vengan los regulares franceses tendrán prisa por atacarnos y así poder volver a Flandes.

—Será un festín para la artillería y la aviación.

—Esperemos que sea así general Vives. Le veo callado general Villalba. ¿Qué le preocupa?

—Sinceramente general del Villar. No entiendo este esfuerzo si nos vemos obligados a retirarnos. Mi artillería y los hombres de Kindelán están destrozando las defensas de Tolosa. Han lanzado varios ataques, sin duda exploratorios en espera de refuerzos, y todos han sido rechazados. Sumemos los voluntarios que avanzan desde Puigcerdá en dirección a Tolosa, ya renunciamos a Beziers y a Trebes.

—Villalba, ya lo hemos discutido. Contamos con lo que contamos. Estamos frente a Burdeos, atacamos Gibraltar, hay que proteger las costas y la frontera con Portugal, todo ello sin descuidar la vigilancia sobre Italia. Dispongo de siete divisiones de Infantería y una de Caballería, más una Brigada Móvil y otra Brigada de Caballería. Además de cubrir el frente, debemos realizar ciertas labores de ocupación. No, no entraremos en París. Lo sabes desde el primer día y no te lo reprocho, pero sin apenas preparación mira lo que hemos conseguido. Ahora debemos esperar que París y Londres soliciten un armisticio e ir a por los japoneses. Míralo así, nosotros no les pedimos otra cosa. Que nos dejen en paz aquí. Si no lo hacen les saldrá muy caro, todo lo que envíen contra nosotros dejará de estar frente a los alemanes.

—César, todo lo que me dices lo comparto, simplemente es que hace una semana parecía que el mundo estaba a nuestros pies.

—Pero era una sensación engañosa, solo dada porque no había franceses frente a nosotros. Bien caballeros, las ordenes son las siguientes; fortifíquense, pero con posiciones de campaña. Santiesteban no les enviará más materiales de construcción a excepción de madera, así que sus ingenieros deberán usar con eficacia el cemento y el metal que les reste. Y ahora, pasemos al comedor, una cena frugal, no esperen una cena exquisita, la edad no perdona.

Ambares er Lagrave, cerca de Burdeos, 24 de septiembre

El sargento Juan Vilanova volaba esa mañana en un BCD-1, un aeroplano mucho más moderno y potente que aquel Bleriot XI con el que empezase a volar tres años atrás en Valencia. Quien le iba a decir entonces que la incipiente industria o más bien taller aeronáutico que trató de montar junto a su hermano acabaría siendo absorbido por el ejército durante la campaña de Melilla y él mismo se convertiría en profesor de la incipiente escuela de aviación durante unos meses, hasta que el ejército tuvo sus primeros profesores y él pudo regresar a su taller para mantener los aviones del ejército.

El estallido de la guerra europea había significado su movilización e inmediato traslado a Navarra, donde se constituyó un grupo aéreo al mando de otro piloto movilizado, el también valenciano Joan Olivert. Tal vez debido a ser un grupo eminentemente movilizado, la disciplina era escasa, y nada parecida a la que recordaba de sus años de servicio militar. Empero su labor durante la ofensiva había sido constante, participando en misiones de ataque y reconocimiento casi a diario. Al menos hasta ahora que el avance por fin se había detenido, con lo que por fin habían logrado un respiro permitiendo al ingeniero de su grupo aéreo, dirigir las tareas de mantenimiento con mayor eficacia. 

Las misiones sin embargo continuaban, centrándose ahora en misiones de reconocimiento a lo largo del río Garona para detectar cualquier intento de cruce o de establecer cualquier pasarela permanente por las fuerzas francesas. Esa misma mañana estaba volando en compañía de su amigo Adánez sobre la vertical del río, cuando divisaron a lo lejos un avión francés volando en solitario. ¿Un Caudrón?

—¡César! —gritó tratando de llamar la atención de su compañero. —¡Cesar! —repitió hasta que este volvió su cabeza hacia él, momento en el que le indico con las manos que quería girar hacia la izquierda y descender hacia el avión francés, indicándole con un gesto perentorio la ametralladora frente a él. Sin duda César lo entendió, pues el mismo accionó la palanca de montar de su ametralladora, preparándose para seguirlo en el loco descenso que realizaron a continuación para, mediante un tirabuzón, colocarse al lado del piloto francés.

El piloto francés no tardó en descubrir su loca acometida desde su izquierda, realizando una abrupta maniobra para alejarse de él, que hizo que fallase los disparos sobre el avión. Poco después un nuevo intento de aproximación se acabó con el mismo resultado, al igual que los dos siguientes… ¡Dios, que difícil era acertar a ese maldito aparato tan rápido!

Sería su amigo César el que acabaría solucionando el asunto poco después. Este se había mantenido medio expectante, limitándose a interponerse en el camino de huida del francés si era necesario, y observando detenidamente el desarrollo de la acción. Sería tras el que era el quinto intento de destruir el avión enemigo que realizaba Vilanova, cuando César se colocó discretamente tras el avión francés, acercándose a este.

—¡Sí! —medio exclamó Vilanova —Desde ahí no puede verte. — dicho y hecho, César siguió al avión francés pese al giro que este imprimió hacia la derecha, momento en el que empezó a disparar sobre él, alcanzándolo visiblemente. Inmediatamente el avión francés empezó a caer en barrena yendo a estrellarse en las afueras de Izon.

César Adánez había contemplado los intentos de Vilanova de acabar con el piloto francés, contentándose con actuar en una o dos ocasiones para impedir la huida de este. No por ello se mantuvo ocioso, pues contemplando la evolución del combate fue sacando sus primeras conclusiones. Atacar de lado era casi inútil, pues el piloto francés podía romper el contacto virando hacia el lado contrario o incluso hacia el lado del ataque mientras descendía, en una maniobra imposible de seguir por el atacante que recibía unas fuerzas descomunales en su frágil aparato. Sí, sin duda debía ser mucho mejor colocarse tras él, pensó, de esa forma podría seguir cualquier maniobra que realizase el francés hasta lograr colocarse en la posición adecuada para disparar.

Con esa idea en mente, en cuanto vio su oportunidad se colocó justo tras el piloto francés, siguiéndolo en un abrupto giro que realizó hacia la derecha. Desgraciadamente para este piloto las prestaciones del avión BCD eran superiores y no tardó en acortar distancias hasta 50 ó 60 metros, momento en el que alineó su avión con el adversario y empezó a disparar.

Pudo observar claramente los efectos de sus balas en el avión enemigo que, alcanzado, no tardó en precipitarse hacia el suelo. Tras regresar inmediatamente a su base, en la que aterrizaron gritando que habían cazado un francés, fueron recibidos por el propio Joan Olivert y gran parte del personal de tierra y los pilotos presentes en ese momento. Tras las oportunas explicaciones a su comandante, que se retiró a su oficina para comunicarse con las fuerzas de tierra desplegadas en ese sector, Vilanova y Adánez fueron aclamados por sus compañeros, y festejaron la victoria con unas botellas de vino retiradas de unas bodegas cercanas.

Al día siguiente la noticia se publicaba en “La Correspondencia Militar” pasando desapercibida, se inauguraba una nueva época en la guerra.

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