Vencer VII

—Por supuesto, señor presidente. La guerra está llegando a un punto de inflexión. Este último año las Potencias Centrales han resistido los asaltos de la Entente sin ceder territorio mientras preparaban sus próximas operaciones destinadas a destruir a los rusos de una vez por todas.

En Flandes los alemanes empezaron atacando Verdún, pero tras el estancamiento de la ofensiva tras solo unas semanas, el Káiser sustituyó a von Falkenhayn por Hindenburg y decidió centrarse en el este. Hindenburg tomó el mando en marzo y ordenó construir una línea defensiva semejante a las nuestras en posiciones ventajosas a retaguardia, cosa que hizo durante los meses siguientes empleando profusamente mano de obra de prisioneros rusos. Mientras tanto los franceses y británicos se lanzaron una y otra vez sobre las posiciones alemanas en Verdú, el Somme y otros lugares, siendo rechazados con graves bajas, posiblemente incluso más que las alemanas, aunque al menos finalmente lograron recuperar el fuerte Douaumont.

Hace solo un mes los alemanes empezaron el repliegue a la nueva línea Hindenburg, donde esperan defenderse con eficacia hasta finiquitar la guerra en el este. A grandes rasgos podemos afirmar que el frente occidental continuará estancado los próximos meses pues si la Entente no logró derrotar a los alemanes luchando en la precaria línea defensiva anterior, difícilmente puedan penetrar en esa línea defensiva.

En los Alpes los austrohúngaros, respaldados por las defensas construidas a principios de la guerra con nuestra colaboración, han planteado una defensa eficaz en la que los italianos se han atascado desde el principio. Cada ataque italiano ha sido rechazado causándoles graves bajas, por lo que creemos a un precio mucho menor para los austrohúngaros. En ese sentido nuestras previsiones indican que los italianos seguirán empecinados en esos ataques que no deberían tener problemas en rechazar, aunque puedan ceder algo de terreno.

En el frente del este los austrohúngaros lo han llevado peor salvo en los Balcanes, donde al final la Entente tuvo que evacuar la zona salvo unas pocas posiciones soportadas por su armada. Esas pocas zonas permiten a la Entente mantener el bloqueo del canal de Otranto, pero no suponen una amenaza inmediata.

En Rusia en cambio los austrohúngaros han llevado las de perder desde el principio, las masas de maniobra rusas son, simplemente, demasiado grandes. Sin embargo con la ayuda alemana y gracias al empleo de nuestras minas terrestres, este ultimo año podemos afirmar que los rusos han sufrido gravísimas bajas en sus ataques. Mientras tanto los ataques alemanes han tenido un éxito devastador destruyendo ejército tras ejército ruso, lo que ha tenido un importante efecto secundario. Este mes pasado San Petersburgo empezó a sufrir grandes manifestaciones que colapsaron su gobierno y, esto es muy importante, obligaron al Zar a abdicar siendo sustituido por un gobierno republicano.

—Un momento. —interrumpió el rey Alfonso. —¿Cómo puede estar seguro de eso?

—Gracias a nuestros agentes, majestad. Gracias a la actividad el coronel Sanchís en China, ahora tenemos muchos agentes en varios de los países de la Entente. Sus ordenes son permanecer a la espera de instrucciones para no delatarse, pero con la caída del Zar la situación rusa ha caído en el caos y nuestros agentes han podido empezar a actuar con bastante libertad. Los telégrafos han dejado de estar controlados por la policía para pasar a serlo por comités ciudadanos o partidistas, y eso les ha permitido emplearlos para telegrafiar a Suecia y Noruega para informar de la situación.

—Entiendo, gracias, general Díaz.

—De nada, majestad. Como iba diciendo Rusia está al borde del colapso. Este último año ha sufrido pérdidas masivas e incluso la entrada en la guerra de Rumania no ha logrado aliviar su situación, de hecho la propia Rumania ha sido derrotada con rapidez y está a un tris de desaparecer. Precisamente por eso los alemanes se están concentrando en el este y cuando ataquen la próxima primavera es muy posible que Rusia acabe cayendo. De ahí la importancia de la línea Hindenburg para proteger el frente occidental mientras los alemanes finiquitan Rusia.

—Entiendo entonces que la guerra por fin está encauzándose. Si los alemanes aguantan en la línea Hindenburg y destruyen Rusia este verano, para el próximo otoño podrán concentrarse en Flandes y por fin estaremos viendo el principio del final de la guerra. —intervino Weyler.

—Es posible, pero hay algo que me preocupa. —respondió Díaz mientras los presentes escuchaban atentamente su exposición. —Austria-Hungría ha aguantado gracias al apoyo cercano alemán, pero queda un ultimo actor en el este, el Imperio Otomano.

—¿A qué se refiere? —preguntó Weyler.

—Los otomanos han aguantado frente a los rusos más mal que bien. En gran parte porque el Cáucaso es un terreno montañoso terriblemente complicado, capaz de estancar la guerra por sí mismo. Los ejércitos que combaten allí, ante las graves carencias en infraestructuras, lo hacen casi sin suministros, dependiendo en gran parte de lo que puedan lograr en el terreno. Eso ha jugado a favor de los otomanos durante los últimos años, pues han logrado permanecer en la defensiva con cierta facilidad pudiendo concentrarse en los Dardanelos hasta derrotar a los ingleses.

Por desgracia la cosa cambia si viajamos al sur. En la zona árabe del Imperio Otomano han estallado revueltas tribales, creemos que impulsadas por los británicos y están perdiendo el control de algunas de aquellas zonas. Con todo la perdida de zonas desérticas no es lo verdaderamente preocupante. El problema está en el frente de Egipto, donde luchan con los británicos. Hace solo unos días un ataque ingles logró desalojar a los otomanos del Sinaí y dejó a los británicos a las puertas de Palestina, y eso sí puede suponer un problema para su imperio.

—Sobre eso, faltará ver la reacción británica a nuestra ofensiva hacia Tánger. Si los ponemos en apuros podrían verse obligados a retraer tropas de aquellos frentes secundarios y aliviarían la posición otomana. —intervino el ministro Luque.

—Es una posibilidad que como bien dice, puede ocurrir, Don Agustín, de todas formas general Díaz, espero que me mantenga informado de los eventos en aquellos lares.

—Por supuesto, señor presidente.

—Bien, ahora pasemos a la situación interna de nuestros aliados. ¿Qué puede decirme de Alemania, el imperio austrohúngaro y el resto?

—La situación en Alemania es de carestía de productos básicos y, sobre todo, de alimentos, pero el fantasma del hambre se alejó al llegar nuestro convoy de socorro a principios de otoño. Tal vez no tengan todo lo necesario para llenar la mesa o para llevar una dieta variada, pero nadie debería morir de hambre este invierno.

Austria Hungría tal vez este peor, pero su población, salvo en zonas con movimientos nacionalistas como la zona italoparlante, checa y eslovaca, es mucho menos problemática que la alemana y el emperador se movió con acierto. En la zona polaca atrajeron a Pidulski… creo que se pronuncia así y reclutaron la legión polaca. Es cierto que durante un tiempo Pidulski estuvo vinculado a movimientos violentos al temer que los alemanes y austro-húngaros tratasen de anexionarse Polonia, pero al reconocer la independencia del país las aguas volvieron a su cauce. Con la promesa de recuperar su nación los polacos aguantaran todas las privaciones que sean necesarias sin quejarse.

Scanned from: Bitwa pod Kostiuchnówką, Zwycięstwa Oręża Polskiego Nr 16. Rzeczpospolita and Mówią Wieki. Various authors and editors. 17 June 2006, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=3297852

La zona húngara tal vez lo lleve peor. Si bien es cierto que Hungría es nominalmente independiente y goza de ciertos privilegios, pero gran parte de la guerra se ha librado en su territorio, lo que ha exacerbado sus problemas. Tal vez el odio a lo ruso les de un objetivo a su ira, porque si no es así podemos ver como se levantan contra el emperador. De todas formas de momento la situación está controlada.

—¿El resto de zonas étnicas? —quiso saber el rey Alfonso.

—En la zona italiana no hay problemas, principalmente porque allí está desplegado el ejército austrohúngaro. Otras zonas como Eslovaquia Chequia pueden dar más problemas, pero de momento es muy difícil que las cosas se salgan de control.

—¿Me mantendrá informado, general Díaz? —preguntó el presidente Weyler.

—Por supuesto, señor presidente.

—Gracias, general Díaz, ministro Flórez, su turno.

—Sí, señor presidente. Como bien sabe desde la llegada de los cruceros alemanes hemos lanzado sucesivas campañas de corsarios para atacar el trafico naval enemigo. Gracias a ello estamos capturando buques enemigos a un ritmo nunca visto de entre cincuenta y ochenta buques al mes de media con alrededor de doscientas mil toneladas mensuales de presas. Sobre todo actuamos en las rutas del Atlántico sur y el Caribe, al menos hasta que pase el invierno y podamos volver a actuar en las rutas del Atlántico norte.

Precisamente debido a nuestra actividad naval son esas rutas del Atlántico norte las que están siendo potenciadas por nuestros enemigos. gracias a la labor de Inteligencia y a la rapidez con la que quebramos las claves enemigas, sabemos que Gran Bretaña y Francia dependen cada día más de las mercancías enviadas desde los EEUU.

Durante un tiempo los alemanes lanzaron una campaña submarina casi sin restricciones contra ellos, pero usted logró convencer al Káiser para que nos apoyase y ya estamos viendo los primeros frutos de la medida. Desde unas semanas atrás han empezado a llegar submarinos a las nuevas bases del Cantábrico, donde están avituallándose antes de pasar al Mediterráneo.

Nuestros planes, como bien sabe, pasan por concentrar tantos submarinos como podamos alrededor de Italia para matarla de hambre. No debería ser difícil lograrlo. Estamos en invierno e Italia es deficitaria en muchos insumos, desde carbón y hierro a productos alimenticios, nitratos, plomo, algodón y petróleo, por mencionar solo algunos. Con el estrecho de Gibraltar cerrado a sus intereses las únicas vías de comercio que les restan son el comercio marítimo desde Francia y el Canal de Suez, o el terrestre a través de la propia Francia.

Es precisamente para atacar esas rutas navales para lo que estamos llevando tantos submarinos al Mediterráneo. Con la intervención de los U-boot deberíamos someter Italia a un bloqueo impenetrable y acabar con ella por el hambre.

—No me gusta que se ataque a esos buques civiles. —intervino el rey. —¿No existe otra posibilidad que no implique torpedear buques mercantes?

—Por desgracia no. Durante un tiempo tuvimos la esperanza de que los otomanos alcanzasen el canal de Suez para cerrarlo, convirtiendo el Mediterráneo en un lago de las Potencias Centrales, pero como ya ha avanzado el general Díaz han sido rechazados, de ahí la necesidad de sustituir esa acción por medio de submarinos.

—Entiendo, gracias ministro Flórez.

—Es un placer, majestad. Como explicaba todo el comercio italiano depende de esa ruta marítima que vamos a intentar cortar, y de una ruta terrestre o más bien dos rutas de ferrocarril que unen Italia con Francia. De estas dos rutas la de la costa es la de mayor capacidad, pero fue destruida por nuestros hombres durante la operación Aníbal. Nos consta que los franceses la han estado reparando, pero aun no han logrado devolverla a su plena capacidad.

La segunda de las rutas terrestres es la que viniendo desde el norte, entra en Italia cerca de la frontera suiza, pero precisamente por eso, por su difícil terreno, es de una capacidad mucho menor a la de la costa. De hecho ambas rutas se unen más adelante, cerca de Calculamos que si logramos bloquear las importaciones marítimas de Italia, mantenerla alimentada a través de las rutas terrestres será imposible y no podrán aguantar. Nuestros cálculos más conservadores hablan de entre seis y ocho meses para el colapso de su economía y no más de diez meses hasta la debacle total, si es que aguantan tanto.

—Gracias, almirante Flórez. General Díaz. Entramos de lleno en el terreno de la inteligencia. ¿Qué podemos esperar de nuestros enemigos?

—Los rusos están agotados. Tal vez intenten gastar un ultimo cartucho y colaborar en alguna ofensiva franco-británica en Flandes lanzando un ataque de distracción en el frente del este, pero no doy un duro por ellos. Los rumanos están mejor, pero también han sido acorralados en un extremo y no podrán sobrevivir sin los rusos.

Las cosas son distintas en el frente occidental. Aunque no hemos logrado romper las claves francesas tan a menudo como nos gustaría, si rompemos habitualmente las claves británicas e italianas. Gracias a ello sabemos que Italia tiene la intención de seguir atacando al Imperio Austrohúngaro, pero por la especial composición de sus fronteras no nos preocupa demasiado. Un caso distinto lo ofrece el frente de Flandes. Allí británicos y franceses parecen entender que la reciente retirada alemana es un signo de debilidad y querrán rematar a su enemigo. Por fortuna para nosotros las defensas alemanas son buenas y es muy dudoso que sean derrotados.

—¿Algún peligro irreemplazable para nosotros?

—Hemos detectado un aumento de la presencia de espías británicos en los puertos hispanoamericanos. Podría no ser nada, pero…

—Sí, pero… podría no ser nada o bien podría ser que dicho aumento se deba a que han desentrañado nuestro sistema de burladores del bloqueo…

—Exacto, señor presidente.

—Vea si podemos apoyarlos de alguna forma. Alerte a O-3, tienen vía libre para adoptar las medidas que crean oportunas siempre y cuando no malquisten a los gobiernos neutrales con nosotros.

—Gracias señor presidente.

—Flórez, sus burladores del bloqueo…—dijo el presidente Weyler haciendo un gesto hacia el ministro de marina.

—Lo tendré en cuenta y alertare a nuestras fuerzas para extremar las precauciones. —respondió el marino.

Una respuesta a “Vencer VII”

  1. Avatar de Kaiser Hohenzollern
    Kaiser Hohenzollern

    «En la zona árabe del Imperio Romano han estallado revueltas tribales, creemos que impulsadas por los británicos, y el Imperio Otomano está perdiendo el control de algunas de aquellas zonas»

    Yo recomendaría redactarlo así «En la zona árabe del Imperio Otomano han estallado revueltas tribales, creemos que impulsadas por los británicos, y están perdiendo el control de algunas de aquellas zonas»

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